Tres son los aspectos históricos en los que hemos centrado nuestro estudio: el primero, es el proceso revolucionario de principios de siglo; el segundo, es la gestación y decadencia del régimen semi-bonapartista de partido casi único; y por último, el proceso de integración política y económica hacia el imperialismo norteamericano que inició abiertamente con el régimen de Carlos Salinas de Gortari y que continúa hasta la fecha.
El proceso histórico es, según Marx, una síntesis de múltiples determinaciones, cuyos principales elementos supervivientes son: el hecho tal como se ha escrito sobre él; la relación entre los programas de grupos y clases; y también, la manera en que estos acontecimientos se han impreso en la realidad inmediata v posterior: En suma, los hechos que forman el presente tienen consecuencias–conózcanse o no–sobre ellos. En cualquier caso, la función de la interpretación histórica es establecer las conexiones internas de los hechos y la dialéctica de sus relaciones, para situarnos cómo actores sociales protagonistas y que no sólo seamos víctimas del devenir histórico. Por supuesto, para los marxistas el papel del individuo en el proceso histórico tiene sentido en tanto se constituye como parte de una clase organizada.
Así pues, la historia escrita no es en el fondo los hechos, sino la interpretación de los hechos que los actores u autores de la historia han registrado. Y lo han hecho siendo fieles a creencias personales y colectivas, por lo tanto, la misión de las actuales generaciones consiste en evitar simulaciones partiendo del acto consciente de la lucha de los trabajadores por ser sujetos y no objetos de los procesos. Nos proponemos plantear una interpretación de y para los trabajadores.

Por Rubén Rivera Alvarez

Publicado por el Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx, México.

245 páginas.